Némesis, la estrella de la muerte

Pedro González Ruiz

Ha habido muchas extinciones en masa en nuestro planeta. Sin duda, la más conocida es la que acabó con los dinosaurios hace 64 millones de años, al final del período Cretácico, en la que el 75% de la vida desapareció. No ha sido ésta la más letal, sino la que hubo al final del Pérmico, hace 250 millones de años, llamada la Gran mortandad, que acabó con el 95% de las especies marinas y el 70% de los vertebrados terrestres. Las demás no están tan documentadas como éstas. En todos los casos, la causa más probable que las originó es la del impacto de un asteroide o cometa sobre la superficie de la Tierra.

A nadie le sorprende que debido a la gran cantidad de meteoritos o similares que vagan por el Sistema Solar, de vez en cuando alguno se acerque lo suficiente como para chocar con la Tierra, causando la extinción. Afortunadamente, el gigante Júpiter, con su gran fuerza gravitatoria, atrae a la mayoría de ellos, actuando como un escudo, salvaguardando a la Tierra del desastre.

Estos pensamientos inducen a creer que los impactos son aleatorios, es decir, debidos al azar, pero en el caso de las extinciones masivas no es así, se producen con una regularidad sorprendente, en concreto, cada 26 millones de años. Si hacemos las cuentas a partir de los dinosaurios y vamos sumando 26, obtenemos:

-64, -38, -12, 14

es decir, ocurrió hace 12 millones de años, y si se mantiene la periodicidad, dentro de 14 millones volverá a ocurrir.

Como es evidente, de ser cierta esta regularidad, las preguntas son simples: ¿cuál es la causa?, ¿qué hay en el Sistema Solar que nos ataque periódicamente cada 26 millones de años?. La segunda es más sencilla de responder que la primera: nada.

A nivel interno, la deriva continental en la Tierra origina actividades volcánicas que pueden provocar la extinción, pero no con esa regularidad. A nivel externo, los períodos en el Sistema Solar no tienen esa duración, por ejemplo, el cometa Halley nos visita cada 75 años; las lluvias de estrellas de las Perseidas o Leónidas son anuales, producidas al atravesar la Tierra dichas nubes. En todos los casos, los fenómenos que se dan en el Sistema Solar no tienen la duración de 26 millones de años.

Para la primera pregunta, el astrofísico Richard Muller de la universidad de Berkeley ha propuesto como causa de las extinciones la teoría de que nuestro Sol tiene una estrella hermana llamada Némesis (en honor de la diosa griega de la venganza). Cada 26 millones se acerca al Sol y atraviesa la nube de Oort (ésta es un conjunto de cometas y asteroides situada en los límites del Sistema Solar, casi a un año luz de distancia del Sol, conteniendo entre 1 y 100 billones de cometas). El paso de Némesis origina perturbaciones gravitatorias que hace que muchos de estos objetos sean lanzados al interior del Sistema Solar, y por tanto, impacten contra la Tierra, originando el desastre.

Todo esto son hipótesis, pues Némesis no ha sido descubierta, aunque hay mucha gente trabajando en su búsqueda. Incluso se esperan resultados significativos para el año que viene (2013).

La teoría tiene sus pros y sus contras. A favor, el que las estrellas no suelen estar solas en el Cosmos, pues se encuentran en grupos de dos (binarios) o tres (ternarios). En contra, el hecho de que los científicos están convencidos de que el Sol es una estrella solitaria, y aunque tuviera una hermana, no parece razonable que esté tan alejada.

Se crea en Némesis o no, está claro que la Tierra sufre un ataque exterior cada 26 millones de años. Uno de ellos acabó con los dinosaurios, cambiando el destino de la vida en la Tierra, gracias al cual, nosotros estamos aquí. Si la regularidad se ha observado desde la Gran Mortandad del Pérmico, volverá dentro de 14 millones de años. Si estamos todavía aquí, nuestros descendientes tendrán que buscar la forma de resolverlo.

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Pedro González Ruiz
Fecha de creación: 21 de septiembre 2012
Fecha de la última modificación: 23 de octubre de 2015

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